Cae la contaminación lumínica: el declive de la farola naranja

2022-12-08 12:21:21 By : Ms. Cherry Chen

Un estudio muestra que Madrid ha conseguido bajar su contaminación lumínica en la última década. Pero no por pasarse a la luz led, sino con farolas naranjas.

Madrid ciudad se apunta un tanto contra la contaminación lumínica. Pero las buenas noticias van por barrios. Literalmente. Un reciente estudio publicado en Remote Sensing por equipos de la UCM y la Universidad de Exeter ha tratado de evaluar el cambio producir en las farolas realizado en la última década.

En concreto, la controvertida transición de las noches naranjas de sodio hacia el led. Las bombillas de las tradicionales farolas de de ciudades y autovías lucían un color naranja derivado de la descarga en vapor de sodio de alta presión. El que menos afecta a la calidad de los cielos.

En 2010 comenzó el cambio, apelando al ahorro energético. Desde China, empezaron a llegar a España bombillas led para el alumbrado público. Y con ella, los tonos blancos y azulados que critican las asociaciones de observación astronómica, entre otras. El blanco se come las estrellas.

Sin embargo, Madrid se ha ido moviendo entre tres estrategias: sustituir las luminarias naranjas de sodio por led blanco, otro led un poco más ámbar y mantener la antigua tecnología de bombilla, pero reduciendo la potencia. ¿El resultado de esto último? “Hemos ahorrado sin que el ojo lo note”, asegura a Newtral.es Alejandro Sánchez, astrofísico de la Universidad de Exeter (Reino Unido). Un paciente con parálisis consigue comunicarse por un implante cerebral que lee su mente

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Tanto la Agrupación Astronómica de Madrid (AAM) como el Grupo de Protección del Cielo (GPC) han estado proponiendo modificaciones en el alumbrado público y ornamental de Madrid. Especialmente, sugiriendo la última de las estrategias: menos potencia.

Hacia 2014 se había sustituido el 66% de las lámparas de las farolas de sodio antiguas –llevamos con ese modelo desde hace unas cuatro décadas– a otras similares, pero de menor potencia. Además de esta reducción de potencia, se cambió al led la tercera parte de las luminarias.

Según el profesor de Astrofísica y Ciencias de la Atmósfera de la UCM Jesús Gallego “hubiera sido mejor instalar nuevas lámparas led con menor componente de emisión en la zona azul del espectro”. O sea, menos blancas y más ámbar. Así es la inversión en servicios sociales en los ayuntamientos españoles

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Cuanto más rojiza es una luz, menor energética. Y cuanto menos energética, menos se dispersa, que es lo que más contaminación lumínica genera, haciendo de los cielos una maraña de partículas que reflejan la luz blanquecina. Esa “cuya longitud de onda, más corta, se presta a rebotar más con las partículas en suspensión”, recalca Sánchez.

El brillo del cielo detectado (en la llamada banda Johnson B) se oscureció en un 14% de 2011 a 2015. Pero se iluminó en un 32% de 2015 a 2019. “Entre 2015 y 2016 se produjeron cambios importantes en el brillo y el color del cielo, cuando una fracción considerable de las farolas en Madrid cambió de sodio de alta presión a led”, explican los autores del estudio.

Es decir, se impone la tesis de que “mejor, antes que cambiar a cualquier led, reducir la potencia en las farolas que ya hay”. Los resultados de esta investigación están siendo validados por observaciones de satélite, con imágenes tomadas desde la Estación Espacial Internacional.

En algunas fotos, se nota a simple vista cómo la ciudad se ha apagado ligeramente, manteniendo buena parte de su color naranja, a excepción del centro. Pero contrasta con el blanco de municipios contiguos, como San Sebastián de los Reyes –migrado en casi su totalidad al led blanco– o Coslada.

La tesis de este equipo de investigación es que pasarse al led es una decisión que los ayuntamientos deberían tomar con sosiego. Y buenos estudios técnicos y económicos. Ni todos los led son iguales, ni son aptos para todo tipo de farola.

“Si te das cuenta, hay farolas clásicas (isabelinas, de cuatro caras) que ya no tienen los típicos cristales para protegerlas. No tendría sentido, pues si pones led, esos plafones dispersarían aún más la luz”, pone como ejemplo de una buena adaptación de farola.

Otro ejemplo de buena práctica de la ciudad de Madrid: reducir potencia sin cambiar farolas más que donde era óptimo. “Si el objetivo es reducir las emisiones de CO2, la manera es esa, no cambiar a led, eso sería interesante más adelante, cuando hay ahorros”.

Por el contrario, meter unas placas led en farolas de autopista puede terminar por dar la sensación de mayor oscuridad. El led tiende a ser más direccional, pero si es un blanco azulado y se dispersa más, en lo alto, al final la calle o carretera quedará más desamparada.

Se da la paradoja de que conseguir fabricar el tipo de led más común hoy mereció nada menos que un premio Nobel. Era verdaderamente difícil conseguir el color azul el led. Y el azul es la base para tener led blanco. De hecho, hace un par dedécas, proliferaban esas bombillitas sólo rojas.

Cada color led se consigue introduciendo un gas determinado en una cápsula y excitándola eléctricamente. Con arseniuro de galio y aluminio se obtiene luz rojiza sin problema. Pero el azul se resistía, hasta que Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura lo lograron unir nitruro de galio (GaN) a zafiro. Y se hizo la luz… azul.

Nakamura destapó la caja de pandora de las bombillas del presente, puesto que hizo que no sólo pudieran ser azules, sino muy brillantes, y llegar al blanco que hoy nos deslumbra. Omnipresente, de la pantalla desde la que lees esto, a los faros de un coche. Baratas, eficientes y escalables.

Si se pueden ya fabricar de todos los colores, ¿por qué nos empeñamos en bañar a las ciudades en blanco? Sánchez tiene una teoría: “En China se produjeron grandes cantidades [de estos diodos blancos] y se acumuló un stock, pero casi nadie quiere 4.000 K en su casa”.

Francia ya sólo permite instalar farolas por debajo de 3.000 K, es decir, luz más anaranjada. Eso sí, nadie ha podido demostrar científicamente que la luz azul sea propiamente tóxica en personas (no en cultivos de células irradiadas), aunque es cierto que tiene un impacto en la capacidad de producir melatonina, la hormona que nos dice cuándo dormir o despertar.

Contaminación lumínica: Oh… blanca Navidad led

Los Reyes Magos tendrían hoy difícil llegar a Belén. La ciudad palestina, como casi todas las del mundo, ha perdido sus estrellas. Las luces led que serpentean por árboles y calles roban cielos limpios y, según distintos colectivos astronómicos, ahora más que nunca. Sencillamente, porque hemos elegido los colores incorrectos.

En este vídeo de El Objetivo te explicamos por qué las nuevas luces led, que son tan eficientes, generan tanta contaminación lumínica cuando las elegimos de colores fríos, como está ocurriendo en los alumbrados navideños.

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